martes, 31 de enero de 2012

Un alma en pena

Nacho Vegas

Cantautor español, punta de lanza del indie español, este gijonés fue un de los componentes de la primera ola de grupos indies en España. Tiene un estilo rock con pinceladas folk, con letras melancólicas (no es recomendable escucharle en momentos depresivos, a no ser que quieras tirarte por la ventana). Tiene varias canciones dentro de la lista de canciones indies en español más tristes de la historia, no digo más.
Una de sus peculiaridades es que tiene alguna que otra canción en bable. Tiene colaboraciones con artistas de la talla de Bunbury o Christina Rosenvinge.
Y no aburro más. Conclusión un artista con todo lo que ello conlleva, solo una alma en pena puede hacer unas canciones como estas, las cuales no pueden ni llegar a soñar la mayoria de músicos.


Primero os dejo una serie de frases que aparecen en sus canciones.

"Fui hasta el reloj de la pared, sino le doy cuerda entiendo lograré parar el tiempo, se lo comenté a mi hermano y el me dijo: Para que; me dijo: para que."

"Perdón por los cuatro elementos, por la tierra, por el agua, el fuego y la polución."

"Quisiera y no quisiera son dos cosas distintas: quisera que me quisieras pero no quisiera quererte."

"Mi calavera no dejará de sonreír"

"Asique si hoy amaneces y los pies te están doliendo, es porque estuviste toda la noche caminando por mis sueños"

"Lo haga bien o lo haga mal, prometo hacerlo de verdad"
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Bueno buscar las frases que os gusten no voy a hacer todo...













viernes, 20 de enero de 2012

Un poema

Ante la imposibilidad de llevar acabo la entrada que quería por culpa del tiempo, no de mi pereza, os deleito con un poema de Jaime Gil de Biedma, no es mucho pero hasta que haga mejor tiempo...

Contra Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colemena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
 
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
 
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
 
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
 
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!