Quiero compartir con vosotros una nota que me llegó de una manera extraña, la escribí yo pero no recuerdo haberla escrito, me aterro ver la nota al levantarme una mañana pero más me aterro lo que en ella ponía, juzgar vosotros mismos. Hasta los monstruos nos abandonan.
Me llamáis monstruo.
Tengo muchos nombres y muchas caras tantas como vosotros queráis, se podría decir que yo soy la representación de los miedos de los niños, mujeres, hombres, jóvenes y ancianos; a todos doy miedo y todos me llaman monstruo. Aunque al fin y al cabo sea un monstruo, me llamáis de muchas maneras: Hombre del Saco, Sacamantecas, Coco, Sacaúntos, Tío Saín, Astaroth; pero ninguno de estos nombres describen mi auténtica naturaleza, no soy ninguno de ellos y a la vez soy todos ellos, yo soy vuestros temores más escondidos, estoy y no estoy en vuestras mentes, moro en todos vosotros, soy lo oscuro que hay en vosotros, algo que no podéis controlar ni entender.
Pero os aseguro que no me tenéis más miedo del que os tengo yo. A diferencia de vuestros miedos hacia mí, que son totalmente irracionales, mi miedo hacia vosotros es más que justificado, vosotros sois los auténticos monstruos. Ladrones sin escrúpulos y no me refiero a los ladrones al uso con media en la cara esos son pobres diablos comparados con los monstruos a los que me refiero, asesinos sin sentimiento y no me refiero a un miserable que aprieta el gatillo, esos son monaguillos comparados con los que realmente me dan miedo, violadores y no os quedéis en la superficie a todas horas la buena gente es violada en el sentido más metafórico de la palabra, incluso hasta la buena gente son unos monstruos y digo “son ” porque no sé si el que lea esto lo es o no lo es, ¿Por qué la buena gente son unos monstruos? Porque dejan actuar a los verdaderos monstruos.
En este mundo no hay sitio para cuentos de niños, en este mundo no hay sitio para mí, en este mundo hay suficientes monstros y mucho mejores que yo. Me retiro no me necesitáis.
El que llamáis monstruo.
En el centro de vuestra mente a 18 de octubre de 2011.
Martín Saín.
Martín Saín
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